El Prisma de Taylor fue descubierto en el año 1830 por el Coronel inglés R. Taylor en Nínive, data del año
En este prisma de arcilla de seis caras y
Al describir la tercer campaña, se menciona la invasión de Judá, y, más tarde, el sitio de Jerusalén.
Esta misma historia se narra en la Biblia en el libro de 2 de Reyes en los capítulos 18 y 19. Al saber que la invasión de Judá y el sitio de Jerusalén se encontró en otro lugar que no sea la Biblia me hace decir en pocas palabras que el Prisma de Taylor el registro de un milagro hecho por Dios.
De esta historia pueden ser rescatables muchas cosas como el amor de Dios, la fidelidad de Ezequías, etc. Pero el contar con un obelisco que mencione el sitio de Jerusalén es algo invaluable. Si bien en el libro La Piedras claman de Randall Price se nos menciona en el penúltimo capítulo que la arqueología no puede dar o quitar la validez de un hecho bíblico, la lectura del prisma de Senaquerib me emocioná al encontrar una evidencia fuera de la Biblia que comenta este milagro, aunque claro a su manera.
Todos sabemos el relato que la Biblia hace con respecto a este hecho en las escrituras de 2 Reyes capítulos 18 al 19 y en estas páginas una de las evidencias que podemos tomar que el reino de Senaquerib era verdaderamente sangriento es la escritura en donde se menciona que el oficial habla a la gente de la muralla diciéndoles:
“...pues ellos, lo mismo que ustedes, tendrán que comerse su propio excremento y beberse sus propios orines...” (2 Reyes 18:27).
Creo que podremos sentir lo que sintieron estas personas al escuchar estar palabras y aparte de saber cual era la fama de Senaquerib y también sabiendo que había tomado y a todas la fortificaciones de Judá (2 Reyes 18:13).
Pienso que una descripción más amplia de lo atroz que era Senaquerib la podemos encontrar en el libro de Randall Price, al mencionar:
“....Una mirada a las descripciones gráficas que aparecen en relieves arqueológicos en los que se ven los cuerpos decapitados y sin manos de sus enemigos; o sus cautivos en el acto de ser cegados, empalados o desollados vivos; o los que tuvieron suerte, llevados al exilio con ganchos que les atravesaban las mandíbulas, es lo suficientemente convincente para que lleguemos a la conclusión de que los asirios no eran un enemigo al que se pudiera molestar....” dice Randal Prince (p.p. 218).
Para mí el hecho de pensar en esta descripción de Senaquerib y después pensar que viene a la ciudad en un ataque inminente me hace sentir mucho temor e impaciencia. Me sorprende la inteligencia, determinación y el dominio del Rey de Judá. Pruebas de ello son las construcción del acueducto de Ezequías, obra increíble de ingeniería, así como el Muro ancho, con seis metros de anchura para poder soportar lo arietes del ejercito asirio. Pero más que nada cuando el Rey fue a orar con Isaías (2 Crónicas 32:20).
Ahora bien, de todo esto tenemos información bíblica. Lo que pone nuestra atención en el Prisma de Taylor es como ya dijimos otro “testimonio” de lo que ocurrió ya que al describir la tercera se menciona la invasión de Judá y luego el sitio de Jerusalén, sitio mas no invasión.
La inscripción dice:
“En cuando al judío Ezequías (el Rey de Juda), no se sometió a mi yugo. Sitié 46 de sus fortalezas y ciudades fortificadas, además muchas aldeas cercanas, y las conquisté con arietes acercados a sus muros sobre rampas de tierra, además de ataques de infantería... a (Ezequías) mismo lo hice un prisionero en Jerusalén, su residencia real, y lo tuve como si fuere un ave enjaulada”.
Otra inscripción más detallada que encontre:
En cuanto a Ezequías, el de Judá que no se sometió a mi yugo, yo rodeé y conquisté cuarenta y seis de sus pueblos de fuertes murallas e innumerables asentamientos menores alrededor de ellos, por medio de rampas de tierra, máquinas de asedio y ataques de infantería... Saqué de ellos y conté 200,150 personas de todos los rangos... A él lo encerré en Jerusalén, su ciudad real, como un pájaro en una jaula... El temor de mi soberano esplendor sobrecogió a ese Ezequías. Los guerreros y las tropas selectas que había llamado para fortalecer a Jerusalén, su ciudad real, no pelearon... Él envió a sus mensajeros para pagarme el tributo y rendirme pleitesía.
En este momento Senaquerib habla con soberbia de sus maravillas, pero después el relato se vuelve curiosamente silencio como lo menciona Mario Seiglie, en su arículo Los primeros reyes de Judá: Un rescate milagroso
“Senaquerib temina el relato jactándose del tributo en dinero que recibió de Ezequías, pero parece ser un pobre premio de consolación”.
En el Prisma Senaquerib concluye:
“El mismo Ezequías, a quien el esplendor de mi señorío aterrador abrumó... me envió más tarde a Ninive, mi gran ciudad junto con talentos de oro... talentos de plata... y todo tipo de valiosos tesoros, a sus (propias) hijas ... Para entregar el tributo y poder arrodillarse ante mí como esclavo, envió su mensajero”.
Esta es la historia de Senaquerib, en el cual el gran emperador Sirio conquista todas las fortificaciones de Judá y se conforma con tan sólo el tributo de Ezequías en vez de ir por la culminación de su conquista después de que este rey estaba abrumado por el señorío aterrador de Ezequías .
La Biblia como sabemos termina este relato de manera diferente (2 Reyes 19:35-36) un milagro de nuestro Dios.
En el prisma de Taylor no encontramos que Senaquerib afirme este milagro con palabras: “el Dios de Ezequías hizo un milagro y por lo tanto yo no pude acabar con la ciudad”, definitivamente no es así. Como se menciona muchas veces en le libro de Price la arqueología no nos puede decir “aquí esta la prueba de que Dios hizo un milagro” textualmente. Pero al presentarnos lo hechos relatados por Senaquerib y ver los hechos que nos marca la Biblia los creyentes llegamos a conclusión de que este hallazgo confirma lo relatado en la Biblia.
Es obvio pensar que Senaquerib no podía hechar a perder ese obelisco de
Sin duda la arqueología no es la fuente de nuestra fe mas pienso que todo lo hallado por ella es un increíble tesoro que ha muchos les hubiera gustado conocer y que hoy nosotros contamos con el privilegio de tenerlo.
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