Hablar de Jesús es poder hablar del hombre que divido la historia en dos, del hombre de quien habla las escrituras de la Biblia, del iniciador y líder de un movimiento que hasta nuestros días sigue vigente, de alguien que es recordado por muchos, de una manera u otra.
Jesús ha dejado su enseñanza en la huella del tiempo, sobre esta se han edificado instituciones, movimientos tiranos, mentiras, ayuda humanitaria, religiones, costumbres. Su enseñanza no ha sido ignorada, su enseñanza se ha usado para reflexionar, para actuar, para matar, para ayudar, pero la enseñanza de Jesús no ha sido algo indiferente para la humanidad.
¿Cuántas cosas se habla de Jesús? ¿Cuántas cosas puede ser Jesús?. Pero Jesús para mi es un hombre sabio y de mucha integridad. Sus enseñanzas las ha dejado en discursos que nunca he escuchado de nadie más, porque sus enseñanzas no quedaron solo plasmadas en palabras sus hechos las gritan y las recuerdan una y otra vez, sus enseñanzas me hablan al alma, a la conciencia, muchos de los discursos parecieran un conjunto de palabras que se agrupan para expresar lo que mi corazón sentía o mi cabeza pensaba, pero que yo nunca he podido expresar con palabras.
Jesús se ha mostrado a masa, sus palabras y su poder ha rescatado a masas, pero Jesús me ha enseñado personalmente quien es él aún después de no saber nada de él. Pienso que muchos hombres han impactado mi vida Gandhi, la madre Teresa de Calcuta, sus hechos me dejan enseñanzas muy valiosas. Pero Jesús tiene tres cosas que en nadie he encontrado: él es el único ser que nunca peco, murió por mí y me ama. Considero que estos tres puntos son los más destacables para que hoy hable yo de Jesús como de nadie más, ya que él es como nadie más. Nadie es comparable con él. Nadie me ama como él, en su amor encuentro mi alegría, en él encuentro cuidado, sacrificio y convicciones, Él es mi líder, mi guía.
Jesús es para mí un hombre sincero y amoroso. El se reconoció como hombre, se mostró a la humanidad con miedos, tristeza, sed, alegría, enojo, compromiso, tentaciones y convicciones. Su amor es incondicional, su amor refleja que él es la imagen misma de lo que Dios es.
Jesús murió por mí en una cruz y con eso me muestra de él muchas cosas: Él es el verdadero hijo de Dios, su misión, su único propósito era el plan de salvación.
Jesús era, es y será una promesa. Cuando andaba sin él mi corazón lo clamaba sin saberlo, él era la promesa de mi libertad y se cumplió. Hoy él tiempo en que he podido realmente vivir es el tiempo que tengo de conocerlo, de amarlo, para las dificultades, los retos, él es la promesa de la victoria, lo sigue cumpliendo siempre. Poner mi mirada en él me protege de cuanto haya de venir, con él me siento segura, amada, guiada, reprendida, retada en un futuro él sigue siendo una promesa en mi vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario